Conforme las ciencias se fueron separando de la filosofía,
los temas de análisis filosófico quedaron reducidos; pues las nacientes
ciencias encontraron más y mejores métodos de estudio a dichas temáticas, sin
embargo, son 4 los temas que pese a ser estudiados en otras áreas del saber
humano, siguen siendo una fuente de reflexión filosófica obligada que difícilmente
le podrán ser arrebatados, estos son:
-
La
libertad
-
La
felicidad
-
El
tiempo
-
La
muerte
Los cuatro tópicos son también llamados: experiencias humanas
universales. Se les llama de esa forma ya que su interés y su búsqueda ha trascendido
a toda cultura y todo pueblo en la historia de la humanidad.
Comenzaremos con el estudio de la libertad
La palabra libertad significa: cualidad de ser libre, y ser
libre implica autonomía con capacidad de decisión propia.
La libertad es un problema filosófico porque en el fundamento
de la vida el llegar a ser libres implica hacer del mundo nuestra voluntad.
Basta con recordar el mundo antiguo, donde la conducta humana se diputaba entre
elegir libremente o ser llevados por el destino.
Destino y libertad son disposiciones opuestas, pues mientras
la primera implica responsabilidad, la segunda nos dicta que nada podemos hacer
para escapar de nuestros actos.
Hasta el día de hoy, los hombre se siguen preguntando si, ¿la
vida tiene un plan para ellos?, de lo contario y sí todos somos libres,
entonces, ¿hasta dónde es posible actuar? Recordemos la afirmación de personaje
Iván karamazov: “Si Dios no existe, todo está permitido” Por tanto, ¿por qué
respetar las leyes, a nuestros padres, etc.? ¿No es acaso más fácil tomar todo
en cuanto nos place?
Actividad para el 21 de
julio de 2020
Con la finalidad de que el estudiante profundice en el tema
de la libertad contra el destino, leerá el siguiente resumen de la obra Edipo
Rey, posteriormente, realizará una historieta donde se refleje la historia y
las escenas más importantes.
La historieta puede realizarse a mano o con un programa
digital fotografías e imágenes.
Ejemplo
Edipo Rey Resumen
Cuando comienza la obra, Tebas sufre una peste que deja los
campos y a las mujeres estériles. Edipo, el rey de Tebas, ha enviado a su
cuñado, Creonte, a la casa de Apolo para preguntarle al oráculo cómo acabar con
aquella peste. Creonte regresa con buenas noticias: una vez que se encuentre al
asesino del rey anterior, Layo, Tebas se curará de la peste (Layo era el esposo
de Yocasta antes de casarse con Edipo). Al escuchar esto, Edipo jura que
encontrará al asesino y lo desterrará. El Coro (que representa a la gente de
Tebas) sugiere que Edipo consulte a Tiresias, el profeta ciego. Edipo les dice
que ya ha enviado a buscarlo.
Cuando llega Tiresias, se muestra reacio a responder las
preguntas de Edipo, ya que le asegura que no querrá saber las respuestas. Edipo
lo amenaza de muerte. Tiresias se ve obligado a decirle que el asesino es el
mismo Edipo y que su matrimonio, por lo tanto, es una unión pecaminosa. Edipo
toma esto como un insulto y llega a la conclusión de que Creonte le pagó a
Tiresias para decir estas cosas. Furioso, Edipo lo echa y Tiresias se va
repitiendo que el asesino de Layo está allí, frente a él: un hombre que es el
asesino de su padre y el esposo de su madre, un hombre que llegó viendo, pero
que se irá ciego.
Creonte entra y le pregunta a las personas que lo rodean si
es cierto que Edipo realizó una acusación difamatoria sobre él. El Coro intenta
mediar, pero Edipo aparece y acusa a Creonte de traición. Yocasta y el Coro le
ruegan a Edipo que recapacite. Edipo cede sin demasiada convicción y deja que
Creonte se vaya. Yocasta le pregunta a Edipo por qué está tan molesto y él le
dice lo que Tiresias predijo. Yocasta lo consuela diciéndole que ella tiene
pruebas de que no hay verdad en los oráculos o los profetas. Hace mucho tiempo,
un oráculo le dijo a Layo que su propio hijo lo mataría. Por esta razón, él y
Yocasta le dejaron su hijo a un pastor para que este lo abandonara en una
ladera y el niño muriera con un alfiler atravesándole los tobillos. Así y todo,
Layo fue asesinado por ladrones, no por su propio hijo, y esto representa la
prueba de que el oráculo estaba equivocado. Pero algo sobre su historia le
preocupa a Edipo: Yocasta dijo que Layo fue asesinado en un lugar donde se
encuentran tres caminos. Esto le recuerda a Edipo un incidente de su pasado,
cuando mató a un extraño en un lugar donde, justamente, se encontraban tres
caminos. Le pide entonces que describa a Layo. La descripción de Yocasta
coincide con lo que él recuerda. De todas formas, ella le dice que el único
testigo ocular de la muerte de Layo, un pastor, juró que fueron cinco ladrones
los que lo mataron. Edipo convoca a este testigo.
Mientras esperan que el hombre llegue, Yocasta le pregunta a
Edipo por qué parece tan preocupado. Edipo le cuenta la historia de su pasado.
Una vez, cuando era joven, un hombre que conoció le dijo que no era el hijo de
su padre. Se lo preguntó a sus padres y ellos lo negaron. Edipo no quedó
conforme con la respuesta y fue a un oráculo para determinar su verdadero
linaje. El oráculo le dijo que mataría a su padre y se casaría con su madre.
Esta profecía asustó tanto a Edipo que dejó su ciudad natal y nunca regresó. En
su viaje, se cruzó con un hombre arrogante y lo mató después de sufrir un
insulto. Edipo teme que el extraño que mató haya sido Layo. Si es así, Edipo
será desterrado para siempre, tanto de Tebas (el castigo que él mismo prometió
para el asesino de Layo) como de Corinto, su ciudad natal. Si el testigo jurara
que fueron los ladrones quienes mataron a Layo, Edipo sería exonerado. Con la
esperanza de que el testigo libere a Edipo de la culpa y del destierro, él y
Yocasta entran al palacio para esperarlo.
Yocasta sale otra vez del palacio y se dirige a los templos
sagrados para rezar por Edipo. Un mensajero llega de Corinto con la noticia de
que el padre de Edipo, Pólibo, ha muerto. Yocasta llama a Edipo muy contenta de
tener aún más pruebas de la imprecisión de los oráculos. Edipo se alegra, pero
luego dice que todavía tiene miedo del resto de la profecía del oráculo: que se
casará con su madre. El mensajero le asegura que no debe tener miedo de
acercarse a Corinto, ya que Mérope, su madre, no es realmente su madre y que,
además, Pólibo tampoco era su padre. Un poco aturdido, Edipo le pregunta cómo
llegó a saber esto. El mensajero responde que hace años un hombre le dio un
bebé y él lo entregó al rey y la reina de Corinto; un bebé que crecería para
convertirse en el rey Edipo. La lesión en los tobillos de Edipo es un
testimonio de la verdad de su historia, porque los pies del bebé habían sido
perforados en esa parte del cuerpo. Edipo le pregunta al mensajero quién le dio
el bebé y él le responde que fue uno de los sirvientes de Layo. Edipo envía a
sus hombres a buscar a este sirviente. El mensajero sugiere que Yocasta debería
poder ayudar a identificar al criado y, al mismo tiempo, a esclarecer la
verdadera historia del nacimiento de Edipo. De repente, dándose cuenta de la
terrible verdad, Yocasta le ruega a Edipo que no continúe con su investigación.
Edipo responde que juró desentrañar este misterio y que cumplirá con su palabra.
Yocasta sale al palacio.
Finalmente, la verdad queda en evidencia. Devastado, Edipo
sale al palacio. Un mensajero cuenta que Edipo agarró una espada y buscó a
Yocasta con la intención de matarla. Al entrar en su habitación, sin embargo,
descubrió que ella se había ahorcado. Entonces él tomó los broches de oro de su
vestido y se sacó los ojos. Ahora Edipo vuelve a aparecer en escena. La sangre
brota de sus ojos ya ciegos. Edipo exclama que él, que ha visto y hecho cosas
tan terribles, nunca volverá a ver. Le ruega al Coro que lo mate. Después de
haber escuchado toda la historia, Creonte aparece y le ruega a Edipo que vaya
adentro, donde nadie lo pueda ver. Edipo le ruega que lo deje salir de la
ciudad. Creonte le dice que primero debe consultar a Apolo. Edipo le responde
que el destierro fue el castigo que él mismo declaró para el asesino de Layo.
Creonte está de acuerdo. Sin embargo, antes de irse para siempre, Edipo pide
ver a sus hijas y le ruega a Creonte que las cuide. Edipo sale escoltado
mientras Creonte y las hijas regresan al palacio. Por último, el Coro lamenta
el trágico destino de Edipo y su linaje maldito.
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