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El tiempo



¿A qué denominamos tiempo?
 
Aquello a lo que denominamos tiempo puede ser estudiado desde la física y la filosofía con respectivas y profundas diferencias. Analicemos los postulados más importantes al respecto: 

El tiempo desde la filosofía 

Todo objeto tiene extensión, volumen, tal o cual forma externa. Cada forma de movimiento de la materia está vinculada necesariamente a la traslación de los cuerpos. En todo ello se manifiesta el hecho de que los cuerpos y los objetos existen en el espacio, de que el espacio es uno de los atributos más importantes de la materia. 

El espacio es una forma real objetiva de existencia de la materia en movimiento. El concepto de espacio expresa la coexistencia de las cosas y la distancia entre ellas, su extensión y el orden en que están situadas unas respecto de otras.

Los procesos materiales transcurren con cierta sucesión (uno antes o después que otro), se distinguen por su duración y tienen fases o etapas que se diferencian entre sí. Esto significa que los cuerpos existen en el tiempo. El movimiento de la materia es imposible fuera del tiempo. 

El tiempo es una forma real objetiva de existencia de la materia en movimiento. Caracteriza la sucesión del desenvolvimiento de los procesos materiales, la distancia entre las distintas fases de estos procesos, su duración y su desarrollo.

“En el universo no hay más que materia en movimiento, y la materia en movimiento no puede moverse de otro modo que en el espacio y en el tiempo.” Ningún objeto material puede existir solamente en el espacio y no ser en el tiempo, o ser en el tiempo y no encontrarse en el espacio. Siempre y en todas partes, cualquier cuerpo existe en el espacio y en el tiempo. Esto significa que el espacio y el tiempo están vinculados orgánicamente. 

Idealismo y espacio y tiempo

Los filósofos idealistas niegan la realidad objetiva del espacio y del tiempo. Opinan que son algo que existe en la conciencia humana o gracias a la conciencia, engendrado por el espíritu. San Agustín dice que el tiempo es que no puede ser infinito, porque de acuerdo con su visión cristiana: el tiempo fue creado por Dios y es imposible que hubiese creado algo infinito. También profundiza en la existencia del tiempo y concluye que éste sólo existe en nuestra mente: Si es que podemos medirlo y defender su existencia objetiva, es solamente porque tenemos la capacidad de recordar lo que vivimos en el pasado, e imaginar lo que podrá suceder en el futuro, pero realmente el pasado y el futuro no existen, la única cosa que existe es el presente. El tiempo es una construcción mental.Kant, por ejemplo, considera el espacio y el tiempo como formas apriorísticas de la contemplación sensorial, condicionadas por la propia naturaleza de nuestra conciencia. Para Mach, el espacio y el tiempo no son más que sistemas ordenados de series de nuestras sensaciones. En la filosofía de Hegel, el espacio y el tiempo son productos de la idea absoluta y surgen en un determinado grado de desarrollo de ésta, apareciendo primero el espacio y sólo después el tiempo. Toda la experiencia de la vida humana y el progreso de la ciencia refutan las nociones idealistas del espacio y del tiempo. ¿Puede, acaso, aceptarse que el espacio y el tiempo son productos de la conciencia, del espíritu, de la idea, o que existen sólo en la conciencia, cuando, como prueban las ciencias naturales, la Tierra existía en el espacio y se desarrollaba en el tiempo muchos millones de años antes de que apareciera el hombre, con su conciencia, su espíritu y sus ideas? 

El tiempo desde la física 

En   1687,   con   la   publicación   de   los Philosophiae Naturalis   Principia   Mathematica (Principios  matemáticos  de  filosofía  natural) de  Newton,  termina  de  consumarse  lo  que  los historiadores de la ciencia denominan “la revolución científica”. Con tal monumental obra, no sólo  se  ofrecía  un corpus teórico  sintético  y  vasto capaz  de  dar  cuenta  de  los  fenómenos  del movimiento tanto en la Tierra como en los cielos, sino que se consolidaba una forma de conocer y hacer física: al modo matemático. Las famosas Leyes de la Mecánica de Newton junto con su Ley  de  Gravitación  Universal,  ofrecen  un  claro  ejemplo  de  ello.  Sin  embargo,  la  mecánica newtoniana  no  se  agota  aquí:  es  también  un  conjunto  de  supuestos  y  compromisos  filosóficos que  sirven  de  base  y  guía.  Entre  ellos  encontramos  su  peculiar  concepción  del tiempo y  el espacio.  Dice  Newton: “El  tiempo  absoluto,  verdadero  y  matemático,  por    mismo  y  por  su propia  naturaleza,  fluye  uniformemente  sin  referencia  a  nada  externo,  y  se  dice  con  otro nombre, duración”. 

Sostener esta  posición, es sostener la idea  de que existe  un tiempo absoluto: el tiempo es una magnitud  que  es  idéntica  para  todos  los  observadores  independientemente  de  sus  estados  de movimiento. Es decir, dado un conjunto de  acontecimientos y un conjunto de observadores, si se les pide que ordenen temporalmente los acontecimientos en pasado, presente y futuro, todos coincidirán en el orden temporal que les asignen y en los intervalos temporales que midan entre ellos. La  misma  concepción newtoniana vale  para  el  espacio  que,  valga  la  aclaración,  es independiente del tiempo: los eventos ocurren en un tiempo y en un espacio, y a su vez éstos son algo diferente y separado de los eventos.

El éxito predictivo y explicativo de la mecánica de Newton fue formidable. Se creyó tener una teoría completa y precisa capaz de explicar la totalidad de los fenómenos. Los siglos XVIII y  XIX  fueron  testigos  de  tal  éxito, y muy  pocos se  animaron  a  cuestionar los fundamentos básicos de  la  teoría  tales como  la concepción absoluta  del tiempo  y del espacio. Además, quienes  cuestionaron  estos  presupuestos  básicos  de  la  teoría  de  Newton  fueron incapaces  de articular   una   nueva   teoría   física  sobre  supuestos   distintos   con   tanto   alcance,  capacidad explicativa y predictiva como la de Newton.
Sin embargo, a principios del siglo XX la teoría de la relatividad iba a cambiar este modo de entender el tiempo dela física clásica. En 1905 se formula la teoría especial de la relatividad y para 1916 su generalización, la teoría general de la relatividad. No entraremos en los detalles y matices  de  cada una  de  estas teorías,  sino  que   enfatizaremos el  punto  fundamental  que  las separa  de la  mecánica clásica y nos sitúa frente una configuración del mundo diferente  a la de Newton. 

Para Einstein, el tiempo y el espacio ya no pueden entenderse de manera absoluta, sino que  estarán  sujetos  al  movimiento  de  los  observadores  o se  modificarán si  éstos  están  siendo afectados por campos gravitatorios. La medida de tiempo de dos relojes (o la distancia medida por dos reglas  rígidas) podría  no coincidir en función de  estos  parámetros. Esto socava  ciertos conceptos que se tenían por factuales y absolutos, como el de simultaneidad: para un observador en movimiento dos eventos pueden ser simultáneos, pero podría no ser así para otro observador que  se  mueve  a  una velocidad,  digamos,  mucho  mayor  respecto  del  primero  ¿quién  está  en  lo correcto?  Esta  pregunta  carece  de  sentido:  de  ahora  en  más  el  orden  de  los  sucesos,  los intervalos  temporales  transcurridos  entre  ellos  e  incluso  la  simultaneidad  de  dos  sucesos dependerán del sistema de referencia que se escoja. Y, desde esta perspectiva, todos los sistemas de referencia son igualmente válidos.

Pero las teorías de Einstein nos enfrentan a un escenario aún más extraño: si situados en el paradigma de la mecánica clásica podíamos medir y hablar del tiempo y del espacio de manera separada, aquí ya no cabe esta distinción. En la mecánica clásica entendíamos que el espacio es una totalidad tridimensional y el tiempo, independiente  del espacio, representaba una totalidad unidimensional. Para  Einstein,  por  el  contrario,  el  tiempo  no  es  sino  una  dimensión  en  una totalidad espacio-temporal cuadrimensional, cuyas  dimensiones no  pueden  ser escindibles. De esta manera “tiempo” y “espacio” pierden el carácter privilegiado y fundamental que cumplían en la física newtoniana como algo ajeno a los fenómenos; Einstein dice: “Para nosotros, físicos convencidos, la diferencia entre pasado y futuro no es más que una ilusión, aunque tenaz”. De alguna manera, a los ojos de las leyes de la física, el pasado y el futuro son indistintos. Pese a esta  posición  de  Einstein  que  se  desprende de  sus  teorías,  el  tiempo  fue  y  sigue  siendo  un problema  físico  y  filosófico  abierto. Reichenbach,  un  conocido  filósofo  de  mediados del  siglo XX, insistía  en  que “si  hay  una solución  al problema filosófico  del  tiempo,  está escrita  en  las leyes de la física”. 

Argumento filosófico para dudar de la existencia del tiempo 

Pregunta: ¿Cuánto dura el presente? 

Si cuando estamos hablando o escribiendo, lo que decimos se va instantáneamente al pasado, cómo podemos determinar (en números) la duración del presente. ¿Acaso esta duración depende de nuestra capacidad cognitiva?

E. R. Clay y William James responden a esta pregunta a partir del concepto de tiempo especioso o engañoso. Éste se refiere al segmento de tiempo que percibimos como presente. Ellos sugieren que el presente puede ser tan corto como un segundo, pero no más largo que un minuto, y que su duración depende de qué tan sensibles somos a los cambios instantáneos.

De acuerdo a lo anterior, la duración del presente podría estar relacionada con nuestra capacidad de memoria a corto plazo: mientras más datos podamos almacenar más largo será el presente. ¿Pero no sería esto afirmar que el presente es un impulso que no tiene duración, y que realmente lo que consideramos presente es lo que permanece en nuestra memoria después de dicho instante?

Objetivamente el presente no debería tener duración, porque si la tuviera, una parte de él estaría en el pasado y otra en el futuro, generando así una contradicción lógica.  

A fin de cuentas, a partir de la teoría de tiempo especioso, podemos estar seguros de que existe una percepción subjetiva del presente, que a su vez adscribe una duración al tiempo, aunque éste objetivamente no la tenga.

Actividades para el 28 y 30 de julio del 2020


Actividad 1: En una cuartilla a mano o computadora, presentar un resumen de las ideas principales expuestas en el texto de arriba (Entregar el 28 de julio). 

Actividad 2: Con la intención de que el alumno reflexione sobre el tema del tiempo y sus dimensiones filosóficas y científicas, observará una de las siguientes películas (incluye links donde puedes verla), posteriormente completará el organizador propuesto por el profesor (Entregar entre el 28 y 30 de julio).

Películas 





La chica que saltaba a través del tiempo: https://gloria.tv/post/1PJq6hkyHyoZD7pooHaiZGujs







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